Uno
de los primeros recelos con que se encuentra el lector al abordar la
obra de Borges es la complejidad de su estructura de pensamiento.
Borges escribe con una honda reflexión metafísica por lo que sus
obras requieren de una lectura minuciosa y tranquila, reiterada en
ocasiones para evitar perderse en los laberintos infinitos que
componen la trama de su trabajo.
No
es, sin embargo, lo que sucede en la colección de cuentos “El
informe de Brodie”, publicada en 1970, donde a excepción del
cuento homónimo que introduce elementos fantásticos, el resto de
los once relatos que conforman la serie son de un estilo realista, de
fácil lectura y comprensión, dicho con palabras propias del autor,
directos, renunciando a las sorpresas de un estilo barroco o a
finales imprevistos.
Desplegando
todo ese bagaje cultural que lo expone como uno de los máximos
escritores de la literatura universal, Borges nos introduce en
historias de enfrentamientos entre malevos y orilleros, describiendo
con notoria maestría los suburbios y las costumbres de una Buenos
Aires de principios del siglo XX, un mundo al que según el personaje
Rosendo Juárez (en “La historia de Rosendo Juárez”) Borges
conoce sólo de mentas, estando más emparentado con el estilo de
vida de clase alta que describe en el cuento “La señora mayor”
ya que, como la anciana, el autor también desciende de un prócer
que los manuales escolares han olvidado, gozando de los beneficios y
las desventuras de pertenecer a una familia patricia.
Es
cierto que Borges no pertenece al arrabal donde los conflictos se
resuelven a punta de cuchillo, estas historias le llegan de manera
directa o indirecta por quienes alguna vez tuvieron contacto con sus
protagonistas. Tal es el caso de la historia que Emilio Trapani,
supuesto sobrino de Juan Muraña, le narra a Borges dando cuenta de
cómo su tía Florentina resuelve la situación de desalojo a la que
es expuesta por el propietario de la casa donde habita (en “Juan
Muraña”). De manera indirecta conoce la historia de los hermanos
Nielsen, famosos cuatreros y compadritos del barrio de Turdera,
donde el deseo de poseer a una misma mujer es piedra de la discordia
en la relación entre ambos, viéndose obligados a decidir cómo
eliminar el conflicto que les ocasiona esta intrusión en sus códigos
fraternales (en “La intrusa”).
A
cada mundo le corresponden sus armas, así como en “El encuentro”
son los cuchillos de Juan Almada y Juan Almanza los que se baten a
duelo en manos de Duncan y Maneco Uriarte; en “Guayaquil” la
contienda entre Borges y el Dr. Zimmermann se presta con palabras e
irónicas adulaciones no menos afiladas que una daga, mientras que en
“El duelo” la lucha de pinceles que genera la rivalidad entre
Marta y Clara, amigas y pintoras, es lo que da motivo a sus vidas y a
sus obras.
El
choque no siempre se da entre adversarios, en “El evangelio según
Marcos” el enfrentamiento que se plantea es de índole cultural. En
este relato la familia Gutre, peones de campo y analfabetos, hacen
una interpretación muy particular de los pasajes de la Biblia que
les lee el Dr. Baltasar Espinosa arribando a un final verdaderamente
escalofriante. Incluso en el último relato, que le da nombre a la
colección, Borges nos presenta una increíble y fantástica
civilización casi primitiva, la de los Yahoos, quienes a pesar de
sus rudimentarios y singulares hábitos, conforman una sociedad
establecida, aunque muy diferente de las costumbres civilizadas de
Brodie, quien internado en su mundo, escribe un informe sobre ellos.
Plagado
de figuras antagónicas, podemos observar en los cuentos de “El
informe de Brodie” diferentes enfrentamientos que se desarrollan de
acuerdo a los códigos de la cultura en los que están inmersos.
Borges nos presenta una misma temática abordada desde diferentes
aristas que opera como hilo conductor dándole unicidad a la obra:
los enfrentamientos, éstos se ven en historias de orilleros y
matones, en duelos entre artistas, entre intelectuales e incluso
entre choques culturales que plantean la dicotomía entre
civilización y barbarie. Traidores y rivales, víctimas y
victimarios abordan sus conflictos dejando de manifiesto cuestiones
morales que son el vivo reflejo de su propia cultura.